Recuerdo a Juan, un hombre entrado en años, con una sonora carcajada, pero que lastimosamente solo se oía muy de vez en cuando… Realmente me hubiera gustado oírla más seguido. En cambio lo que escuchaba era su constante queja de la vida, de su familia, del clima, de su jefe, de sus herramientas de trabajo, de sus compañeros, de la empresa donde trabajábamos. Era casi imposible complacerlo... Nada le parecía bien. Poco a poco Juan fue quedando solo, aislado y pocos querían trabajar con él.
La gerencia de la empresa aunque reconocía su buen trabajo, no veía la hora que se jubilará. Pero hasta eso era inconveniente, cada persona joven que le poníamos al lado para que se fuera entrenando era rechazada por él. Para mí desde gestión humana en ese momento era agotador, cada actividad que hacíamos tenía un “pero”, que él se encargaba de reproducir entre sus compañeros y generaba una mala atmósfera.
Por ese tiempo estaba viviendo uno de los momentos más difíciles de mi vida, la perdida de mi hermano mayor. Y en ese tramo del camino, la vida cobró otro sentido, al igual que la muerte. Pasé por un tiempo de desgano, desmotivación y me parecía que era inútil cualquier esfuerzo; no encontraba un para qué? De pronto me estaba quejando por todo y de todo. Afortunadamente siempre queda algo de sabiduría y entre esta situación y mi querido Juan me di cuenta que yo estaba adoptando una postura igual a la de él. Puede parecer tonto pero me imaginé que así como me sentía yo (como Jefe de Gestión Humana) de desilusionada y frustrada con Juan, porque por más esfuerzos que hacíamos para que estuviera bien nada le parecía, se debía sentir Dios conmigo. Yo me quejaba por todo y él tratando de complacerme (Aún en ese tiempo veía a Dios como ese papá bueno de barba mirando todo lo que yo hacía).
Entonces empecé nuevamente a ver y darle más valor a cada bendición que tenía en mi vida, incluso le daba gracias a Dios por haberme permitido compartir con mi hermano el tiempo que estuvo con nosotros y no quedarme solo dándole vueltas a su ausencia.
Hoy en día que me encargo de acompañar a otros en el proceso de transformación hacia una vida de mayor bienestar, liderazgo y éxito. Veo como en muchas ocasiones de la vida nos volvemos el Juan de la historia. Y no necesariamente quejándonos por todo, sino también llenándonos de muchos juicios y ruido mental que NO nos dejan disfrutar el paseo de la vida.
Recuerdo cuando íbamos de paseo en la empresa Juan se quejaba del bus que se contrataba, si salía más tarde de la hora prevista, si hacía calor, si llovía, si ponían música, si no ponían. Si el sitio a dónde íbamos era grande o si era pequeño o si era el mismo del año pasado… En resumen era el peor compañero de viaje. Llegábamos más cansados por oírlo o tratar de esquivarlo que por el mismo viaje.
Y así nos pasa en la vida… A veces nos sentimos cansados y desgastados emocionalmente, ¿cómo no? si llevamos a cuestas ese mal compañero de viaje. Y con esto no me refiero que tengamos que andar por la vida llenos del mayor optimismo, de ese que nos paramos frente al espejo a decirnos cosas bonitas y que no vemos ningún problema. Me refiero a andar por la vida, comprendiendo que las situaciones son externas, no están en mi control muchas veces, pero que yo sí puedo bajarle a todo ese ruido de pensamientos condicionados que nos presiona con aquellos “deberías”, “hubiera”, “tengo que”
Por eso hoy quiero dejarte esta reflexión: ¿Que te preguntes que tan buen compañero de viaje eres para ti? Eres ese Juan que se queja de todo? Andas por la vida condicionando como “debería” ser todo? Y ¿si las cosas no son como las esperas entonces llega la intranquilidad, el estrés, el desgaste, la tristeza eterna?. Y aparece esa voz interna que todo lo ve mal, que te dice que eres lo peor, que anda midiéndote con un estándar innecesario?.
Si es así, te invito a que te regales la oportunidad de disfrutar el viaje con todo y el combo turístico incluido. Lo cómodo y lo incomodo, lo que te parece bonito y feo, lo que suena más fácil y lo difícil. Finalmente, de esto se trata SER HUMANO.
Me gustaría conocer tu opinión.
Puedes escribirme a: mpantoja@dinamiser.net o dejar tu mensaje aquí.
MARIE ISABEL PANTOJA AGUILERA
Psicóloga, Consultora y Coach