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Foto del escritorMarie Isabel Pantoja

POR QUÉ NOS CUESTA HACER LO QUE DEBEMOS HACER


Transportándome en un Taxi hace algunas semanas, escuchaba en la radio que anunciaban con gran alborozo que en Alemania una violinista un tanto despistada, había olvidado en el tren su violín Stradivarius avaluado en 2,39 millones de Euros…

Los periodistas comentaban que en menos de lo que canta un gallo la mujer recuperó su violín. El conductor del taxi se reía y me decía con picardía, eso no hubiera pasado aquí…

Y lastimosamente no está alejado de la verdad.

Empezamos una conversación sobre ética, valores, y un tanto de filosofía. El me preguntaba, pero es que usted qué haría si se encontrara un celular allí atrás? Y afirmó: Cualquiera se queda con él!

Mi respuesta aunque suene un tanto melosa fue bastante sincera. Le dije que NO, que yo no era capaz. Pero realmente no lo dije por decírselo y dármelas de correcta. Le expliqué que más allá de lo que pudieran pensar los demás, lo hacía por mí. Porque mi filosofía de vida no me lo permitía. No le haría a otro lo que no quisiera que me hicieran a mí. Y haría en cambio algo que me permitiera vivir en un mundo mejor. Crear buenas acciones que generen mayor bienestar.

Y de ahí en adelante seguí pensando en como es de natural en nuestra sociedad tantas cosas que no tienen nada que ver con la bondad y la rectitud. Y empecé a observar detalladamente mientras caminaba en la calle como un motociclista me pasaba por detrás mientras el semáforo estaba en rojo y yo atravesaba la cebra y así podría enlistar otras tantas acciones…

Adelantarse en la fila y colarse,

Adelantar por el carril derecho,

Ser aventajado en los negocios,

Ser deshonesto,

Sacar a flote la “malicia indígena” a costa de otros,

Quedarse con las vueltas de más,

Maltratar a los animales,

Tirar basura en la calle,

Elegir corruptos para que nos gobiernen, mantenerlos y defenderlos.

He llegado a la conclusión que existen dos razones importantes la primera que pensamos de manera inmediatista, pensando en el “logro” y “placer inmediato” y la segunda relacionada con una falta de claridad de los valores.

  1. Pensamiento inmediatista: Consecuencias de aparente “felicidad” y “logro”. Sensación de ser muy “inteligente” y “verraco” como diríamos los colombianos, pero ¿esto es duradero en el largo plazo?. Si revisamos algunos de los ejemplos anteriores NINGUNO es beneficioso en el tiempo. De hecho hemos llegado a un nivel de caos que ni los mismos desordenados se lo aguantan. Se quejan todo el tiempo, sin embargo, se mantienen en sus malos hábitos. No pensar en las consecuencias es quedarse en el día a día. Es olvidar cuál es el fin para el que estamos en este mundo. Malas noticias para el que piensa así… Todo lo que hacemos tiene una repercusión, hoy, mañana, sobre ti, sobre la familia, la comunidad, sobre el ambiente, sobre el mundo, etc. La vida es un bumerán.

  2. Valores indefinidos: Los valores, son todas aquellas cosas a las que le damos valor en la vida. Algunos el amor, la familia, el dinero, la honestidad, la armonía, la salud, la libertad, la plenitud… Cuando no vivimos acorde a nuestros valores sentimos el mundo al revés. La queja constante de no sentirnos a gusto. Si mi valor principal es la armonía por ejemplo, pues debo crearla en mí para proyectarla y hacerla real en mi entorno. Es armonía respetar las señales de tránsito, respetar a cualquier ser vivo sin importar su forma, es armonía tomarme tiempo para encontrarme conmigo mismo y pensar que puedo cambiar en mi vida para una transformación que me lleve a la plenitud. En caso contrario cuando no los tengo claro, tomo decisiones erróneas o no las sé tomar. Y por eso no sé que hacer cuando me encuentro un celular, me siento encartado (a) con la basura y la tiro a la calle, me cuelo en la fila.

Por eso hoy te invito a que ante una decisión o acción contestes antes:

¿Esto qué voy a hacer es bueno para mí?

¿Es bueno para mi familia?

¿Es bueno para la comunidad?

¿Es bueno para el mundo?

¿Es sostenible en el tiempo?

Seguro cambiaremos esa idiosincrasia que nos ata al “subdesarrollo”.

Esto también aplica para aquellas situaciones que podemos vivir diariamente:

Empezar una dieta,

Cambiar una actitud que genera dolor o un viejo hábito,

Hacer ejercicio,

Comer saludablemente,

Poner límites a quienes intentan pasar por encima,

Terminar una relación tóxica,

Entre otras…

Si te encuentras enredado, atado a la zona cómoda, sufriendo en silencio y metiendo el polvo debajo de la alfombra pero sin limpiar desde adentro.

Reflexiona sobre tus propios valores, sobre las consecuencias a largo plazo y te darás cuenta que estás vendiendo tu tranquilidad, el amor propio, tu salud, tu familia, tu confianza, tu valor, etc., por un ratico de aparente “felicidad” (Léase “comodidad”). Y tomate tu tiempo para contestar:

¿Esto qué estoy haciendo o dejando de hacer es bueno para mí?

¿Es bueno para mi familia?

¿Es bueno para la comunidad?

¿Es bueno para el mundo?

¿Es sostenible en el tiempo?

Y pasa a la acción!

Seguro que cambiarás muchos "debo" por "quiero".

Por tu éxito y bienestar,

Marie Isabel Pantoja Aguilera

Psicóloga y Coach

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