Uno de los mayores sueños de los empresarios, emprendedores y profesionales es tener una calidad de vida que le permita alcanzar los proyectos materiales, a lo que llamamos realización personal y profesional. Sin embargo, hoy en día muchos están entregando su salud, su familia, su tiempo, sus pasiones por llegar a tan anhelado sueño.
Lo que parecía un camino lleno de retos, aventuras, progreso, prosperidad, se ha ido convirtiendo en un camino de estrés, cansancio, agotamiento, desesperanza de luchar con otras personas y desilusión. ¿Qué hacer entonces? Cuando lo que anhelaba seguramente ya lo tengo pero no siento esa realización que tanto deseaba?. La vida parece una danza eterna entre los ires y venires, las subidas y las bajadas, sin embrago al parecer quien danza no es la vida, quienes danzamos somos nosotros. Entramos y salimos de sentirnos plenamente desarrollados a sentirnos agobiados porque no hemos logrado lo que esperábamos o mejor de la manera que lo soñabamos. Las situaciones siguen siendo las mismas, algunas más agradables otras un poco más difíciles. Pero al fin y al cabo son situaciones. Hace poco que me realizaba un examen de sangre, con gran sabiduría me decía la enfermera, hablando de todo los hechos catastróficos que han pasado e inclusive de lo que pasa en la vida de cada persona: “Todos son hechos naturales, lo que pasa es que nosotros como seres humanos tenemos razón y por ello analizamos todo y le ponemos atribuciones”. Cuánta sabiduría contenida, mientras yo respiraba profundo y la aguja entraba en mi vena, así mismo calaba en mi lo que ella decía. Nos han pintado el éxito de tal manera que nuestras expectativas cada vez son tan grandes que esperamos librarnos de la vida misma para no sufrir. Y ¿Qué es la vida misma? pues todo eso que seguro has pasado tú y que he pasado yo: Logros, retos, pérdidas, amores y desamores, dichas y tristezas. Entonces lo que veo en la mirada de algunos de mis clientes, ya con ojeras de tanto sufrir persiguiendo su calidad de vida. Es que mientras le entreguemos nuestra felicidad y nuestra calidad de vida a las circunstancias nunca la vamos a tener. Porque ni los títulos, ni las riquezas, ni la fama te librarán de vivir la experiencia humana. Es decir si estás sufriendo por la carga de trabajo, por las personas "ineficientes" con las que trabajas, por los impuestos, etc. Tu felicidad seguirá a la deriva. Hoy te invito a que vuelvas a centrarte en ti. Recordando cuando emprendiste este viaje (profesión, empresa, emprendimiento) que era lo que más te motivaba de hacerlo? Y vuelve a conectar con tu propósito, con esa contribución que has sido para otros, para la sociedad, para tu familia, para ti, al hacer lo que hoy haces. Y recuerda:
- Hacer las cosas más fáciles: No te enredes en procedimientos extensos e innecesarios. Haz las cosas bien y libera tiempo que te quita tratar de que todo sea tan perfecto que ni siquiera sea necesario.
- Conecta con tu ¿para qué?: Recuerda que tu trabajo, tu empresa son medios (no son el fin) donde puedes como ser humano poner al servicio de otros todo tu saber y experiencia, contribuyendo a un desarrollo y a algo mayor que los problemas que se presentan día a día.
- Equilibrar los intereses en la vida: Hay tres capitales básicos que podemos construir a lo largo de la vida: El capital intelectual, el capital material y el capital emocional. No descuides ninguno. Ocúpate de ti, del amor, de tu salud, de tu pareja, lee sobre temas diferentes a los de tu campo. Conecta con tu espiritualidad, pasea. Ayuda con una causa noble, realiza actividades que cuiden el medio ambiente. En resumen disfruta del camino. Y si el problema es que no tienes tiempo. Revisa si te has comprado la creencia que eres una persona tan "productiva" que por eso estás ocupado todo el tiempo.
Espero te haya gustado esta reflexión, te sea útil y que la compartas si fue de tu agrado. Felicidades,